lunes, 14 de septiembre de 2009

Democracia en tiempos de Juanito: Intereses Creados y el Zoon Politikon Mechica

El candidato electo a jefe delegacional de Iztapalapa preocupa a más de un analista político estos días. Sin embargo, habrá que preguntarle a esos llamados 'sabios de la política' qué es lo que les preocupa del asunto. Sucede que el comportamiento de Juanito en las últimas semanas era de esperarse. Difícil predecir, pero no improbable. El asunto tiene que ver con los llamados intereses creados; que no son, como podría parecer algunas veces en el discurso de los politólogos, intereses oscuros o manos negras que tejen la política tras bambalinas. No, los intereses creados son el pan nuestro de cada día de cualquier análisis de política serio. Los intereses creados se llaman así porque no son naturales, propios de una persona en el poder, sino que devienen de una estructura institucional que lo conecta con otros actores, limita su capacidad de acción y ofrece recompensas (monetaria o de otra forma) por otros tipos de comportamiento. En palabras sencillas los 'intereses creados' surgen del lugar que se ocupa en el juego político. Tal como en un juego de futbol el interés primordial de un portero es que no le metan gol y el de un delantero es meterlo; estos intereses tienen poco que ver con ser 'Guillermo Ochoa' o 'Miguel Sabha" y más con ser delantero o portero.

El juego que Juanito juega es el de la democracia representativa; el que gana las elecciones ocupa un cargo que crea intereses particulares. Estos intereses van desde el interés por la quincena y el interés por repartir puestos políticos, hasta el interés por apuntalar una 'esperanzadora carrera política y aspirar a la silla presidencial'. Juanito no se ha vuelto loco, ni ha perdido el piso, él ganó las elecciones; o por lo menos eso dice la autoridad electoral. También revela una práctica política—no sólo Mexicana—de negociación de cuotas candidatos y acuerdos políticos. No será la primera vez que un candidato renuncia para dejar su puesto a alguien más—ni aquí ni en ninguna otra democracia representativa. ¿Cuál es entonces el problema con Juanito? El problema, o la diferencia, es que parece ser que atacar a Juanito es atacar a la clase política mexicana y sus prácticas oscuras y a Andrés Manuel López Obrador por el otro. Apuesto que cualquiera de nosotros le gritaría: ¡bruto! Si Juanito decidiera abdicar a favor de Clara Brugada. Más allá de consideraciones moralinas—o pseudoéticas—que todo el mundo vocifera. El asunto es que así funciona la política. Si Juanito jugó con López obrador fue porque no tenía nada que perder y ahora no hay manera de que AMLO o nadie más lo obligue a dejar lo que ya tiene.

La culpa es de AMLO, si y no. Juanito faltó a su palabra, pero ya debería saber Andrés Manuel que prometer en política implica un intercambio. No fue Andrés Manuel el que prometió respetar la institucionalidad electoral y a la hora de la hora la empujo hasta el límite. Midiendo las posibilidades del intercambio, los enemigos de AMLO tienen más interés (creado) por apuntalar a al rebelde Juanito y todos los que están en contra de AMLO son más y tienen más recursos que AMLO solo. Ahí están: Marcelo (para el que el asunto era de sumo incómodo), el PAN en el DF, Nueva Izquierda y los que se sumen. Todo lo que gane Juanito de hoy en adelante, será una pérdida directa para Andrés Manuel. Juanito no ha perdido el piso, en el momento en que el trato no le pareció justo o cuando notó que las alternativa de renunciar le resultaba poco rentable, decidió hacer público su encontronazo con sus antiguos aliados. Una vez hecho esto y con la lluvia de apoyo y atención, resultó claro que si AMLO y su séquito no tenían nada que ofrecer que compensara la pérdida de sus quincenas, viáticos, posiciones políticas a repartir y atención mediática, sería una tarugada cumplir su palabra. En las condiciones cambiadas de un 'Juantio electo' renunciar hubiera significado perder porque AMLO ya no tiene nada que pueda competir con los recursos (materiales e inmateriales) que ha amasado Rafael Acosta en las últimas semanas.

El asunto revela tres cosas 1) los intereses creados son más que lo que se imagina la gente; comprar a alguien es más difícil que ofrecerle un puesto, 2) los intereses creados, institucionalmente, son más estables que lo que pueda prometer el legítimo AMLO, 3) que tan poderosa es el halo político de AMLO que no puede siquiera entrarle a un quid pro quo sencillito en el cual asegurar la cooperación de Juanito. En pocas palabras, Juanito no está loco y haría lo mismo que si de repente le dicen a 'Guillermo Ochoa'… vas de delantero; Ochoa tendría que dedicarse a meter goles y no a pararlos. Eso si, no podemos asegurar que Ochoa vaya a ser tan efectivo como Sabha. Eso es lo que parece tener muy preocupados a los comentaristas políticos: por un lado la legitimidad y por otro la capacidad de Juanito. Si se preocupan por eso de la legitimidad probablemente deberíamos quedarnos tranquilos de que AMLO no logró moldear la institucionalidad a su conveniencia; las instituciones democráticas están diseñadas de tal manera que los electos tienen incentivos para gobernar. A los que les preocupa la capacidad….¡pus que no están viendo! En la democracia no escogemos a los mejores, el mecanismo es para escoger a los que se postulan no hay mecanismos para asegurar sus aptitudes políticas. Y en todo caso parece que a lo que le sobra a Juantio son aptitudes políticas; reconoce claramente sus estrategias dominantes y las ejecuta con gran naturalidad. Juanito es el zoon politikon mechica.

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