viernes, 20 de mayo de 2011

Obama: una política exterior que no toma partido

Hasta hace unos meses la política exterior de la administración Obama había logrado mantener las expectativas de aliados y enemigos atadas al status quo ex ante. La esperanza infundada con la que se le concedió el premio Nobel de la Paz, se había reducido a una maniobra política para explotar las supuestas intenciones pacifistas del primer presidente, miembro de una minoría y demócrata, en los Estados Unidos. La política exterior de Obama en los últimos tres años ha dejado ver a un presidente incapaz de generar soluciones creativas para utilizar el poder del que disponen los Estados Unidos para manejar los conflictos internacionales. Las revueltas en medio oriente, el asesinato de Osama Bin Laden y el reciente desencuentro con Israel muestran un Estados Unidos (Obama) incapaz de distanciarse de del business as usual de la política exterior norteamericana.

Las revueltas en medio oriente, para empezar, ponen en entre dicho la convicción por extender la democracia y los valores liberales universales que habían caracterizado los discursos sobre política exterior en los Estados Unidos desde sus primeras aventuras en política mundial. Obama, pretende minimizar las percepciones de imperialismo e imposición democrática y jugar una carta suave en los conflictos de medio oriente, amen también de la tan indeseable inestabilidad petrolera que provocaría alentarlos abiertamente.

Sin embargo, no tiene empacho en lanzar una operación encubierta, seguirla en tiempo real y mostrar, casi en tiempo real el asesinato de un prófugo de la justicia a costillas de la soberanía de Pakistan. Inmediatamente, sugiere a Israel que debe hacer más concesiones a las demandas Palestinas. Parece que el presidente no está con nadie: asesinar a Obama y violentar la soberanía de Pakistan es estar en contra de sus aliados y a favor de la reelección de Obama, además muestra estar en contra, en alguna medida, de algunos sectores radicales del mundo islámico.

Hasta ahí todo bien, pero cuando los moderados, más liberales pueblos de la región se vuelcan a derrocar a sus líderes, los Estados Unidos montan una operación encubierta y poco decidida por apoyar cualquiera que sea el desenlace mientras se garantice una transición pacífica. Esto implica que habían decidido defender a los déspotas y radicales en la medida en que pudieran, efectivamente, reprimir a su población. Una vez que no pudieron hacerlo (Egipto) asistieron para lograr una transición pacífica. Libia por el contrario es el ejemplo donde el juicio de los Estados Unidos erró: mientras las revueltas no fueron considerables, no se habló de la dimisión de Kadafi y la OTAN fue lenta y poco precisa en decidir los objetivos que tenía en Libia. Fue hasta hace unas semanas que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, aseguró que una condición para la paz en Libia era que Kadafi abandonara el poder. Otra vez, no quieren parecer intervencionistas y cuando intervienen, el caldo ya está muy meneado y ensangrentado.

Obama no es tonto, sólo un muy mal malabarista que quiere hablarle a todos los públicos internos en los Estados Unidos a la luz de las próximas elecciones. Siempre habrá un sector pro palestino entre la opinión pública americana que estará conectado con la postura demócrata y pacifista de Obama. Así también siempre habrán nacionalistas moderados y radicales que celebren la muerte de Bin Laden, y por último habrá muy pocos gringos conscientes a los que les importe que pasa o deja de pasar en medio oriente mientras no les tiren otra torre o suba el precio del petróleo, así que los Sirios, los Yemenies y el resto de los árabes pro apertura pueden rascarse con sus propias uñas, siempre y cuando sus gobernantes puedan darles suficiente palo y no pase lo que en libia. Y así, mientras Obama intenta ganar elecciones con tiros a todo el espectro de la opinión pública, su política exterior deja insatisfechos a sus aliados tradicionales (Israel), a los radicales islamistas (Hamas, et.,al) y a sus nuevos 'aliados' en la lucha contra el terrorismo internacional (Pakistan y cualquier otro que hubiera creído que ayudarle a los Estados Unidos era alguna suerte de garantía contra intervención o el ataque).