domingo, 29 de abril de 2012

Elecciones de Aburrición

Este periodo electoral parece el advenimiento y consolidación de una democracia sobre regulada en la que se ha privilegiado a los procedimientos por encima de la sustancia. La vida democrática en el país se ha condensado en un parloteo de slogans y frases que si bien son parte fundamental de cualquier campaña, han transformado a los políticos en altoparlantes que nos recuerdan, cada que pueden, las pequeñas cosas que cambiarán para que este país sea mejor. Sin embargo, la fórmula parece muy pobre a la luz de los retos que enfrenta este país.

Es cierto, esta manera de hacer campaña parece efectiva, resumirlo todo en 10 puntos concretos parece ser la traducción política del lenguaje de eficiencia de los negocios. Todos los candidatos presentan acciones concretas en un esfuerzo por simplificar la contienda política en un cúmulo de frases que apelen al electorado. Sin embargo, este lenguaje de la eficiencia pasa por alto la tarea más grande de la política democrática. Tenemos campañas políticas sin estrategias de gobierno.

¿Qué significa esto?, podrían preguntarme. La verdad es que no lo tengo muy claro, pero si estuviésemos hablando de futbol, pareciera que los candidatos están más preocupados por hacer cambios, para que parezca que toman decisiones, que por diseñar y comunicar un esquema de juego que pueda ser efectivo, más que espectacular. Cierto, el tiempo de hacer campaña reclama una estrategia espectacular. Las elecciones se han tornado aburridas por el sólo hecho de que nadie cree que ninguno de los 10 puntos de espectáculo que proponen los candidatos tengan algo que ver con la realidad actual del país. En términos futboleros, todo mundo puede darse cuenta que los cambios arriesgados son patadas de ahogado.

Además, el aburrimiento deviene, no solamente de el entramado institucional que ha designado formatos de debate sin debate. Más bien tenemos a 4 candidatos a la presidencia que han acordado no defender ninguna estrategia complicada y utilizar su tiempo para seguir lanzando spots, en lugar de encontrarse en el terreno de la confrontación. Hay que ser muy claros también con esto, no es Peña Nieto el que reniega del debate, el lo hace de manera abierta, a los otros tres les viene bien no tener nada que defender y entrar al ruedo del debate listos para aprovechar su minuto y medio y no involucrarse con las intervenciones de sus contrincantes.

Los candidatos, hasta ahora están jugando a no decir mucho y perder lo menos posible, esperando que el voto moderado, e indeciso les favorezca el día de la elección. No es sólo Peña Nieto quien ha optado por la menor exposición abierta posible. Todos los demás han seguido esta línea, el hecho es posiblemente más claro en la campaña de Josefina Vázquez Mota. Quién se hubiera imaginado que la mujer que ha de hacerle frente, y le “hizo frente”, a figuras poderosas como Elba Esther Gordillo pudiera salir a hacer campaña con una sonrisa en la frente y jugando la ficha femenina de la ternura; sin romper con Calderón, Vázquez Mota y su equipo parecen estar convencidos de que hay un punto intermedio entre lo que, sin decirlo, perciben como el discruso de la mano dura y la negociación con los criminales de la que acusan al PRI. Sin embargo, para los votantes que están buscando tomar una decisión, la posición de Josefina no perece ser una opción clara por algún proyecto de gobierno, ni continuidad declarada ni rompimiento. Aquellos, moderados con inclinación por la continuidad más bien tienen dar un salto de fe y esperar que Josefina represente la opción que esperan; pero ese no es el comportamiento del elector indeciso. Más bien, muchos indecisos podrían inclinarse por una opción más clara o simplemente por el abstencionismo.

Enrique Peña nieto, por su parte, juega el papel cómodo de el líder que trata de preservar su ventaja, y no debemos esperar grandes sorpresas de aquí al día de la elección. Calladito, se ve más bonito, y el voto de las masas le favorecerá entre aquellos electores que perciben a Peña como un candidato aceptable. Esto quiere decir, el menos malo o que es por lo menos uno que en verdad ofrece una alternativa de gobierno, incluso si sólo se trata de que la máquina de gobernar del PRI vuelva a trabajar en el país. Muchos comentaristas apuntan a la historia como punto de comparación para llamar la atención sobre los riesgos de elegir al PRI. No obstante, los juicios retrospectivos, incluso los prospectivos, por parte de los electores son ejercicios que rara vez suceden. En verdad, una parte muy importante de la democracia electoral, está basada en la noción de inmediatez, aquellos votantes indecisos que escojan a Peña, por encima de otros candidatos serán aquellos que: 1) perciben al actual gobierno como una administración fallida, 2) no tienen ni idea de quién es el candidato de Nueva Alianza, 3) ven en AMLO una suerte de aberración o anacronismo político y que 4) no perciben una diferencia entre Josefina y el partido en el gobierno.

Por último Andrés Manuel—de Nueva Alianza no diremos mas que fue la jugada maestra del PRI, dejarlos fuera de las alianzas para desmarcarse de la maestra y quitarle algunos votos a la izquierda—parece ser el único que tiene una propuesta más allá de las frases para spot. Aún así, el formato y tono de las elecciones lo ha obligado a simplificar fórmulas muy bien pensadas para este escenario, como el de la famosa política y república anorza. Pero Andrés Manuel, tiene que convencer a las mismas personas que Vázquez Mota, a aquellos que necesitan una explicación de las cosas y razones para votar por él. El problema de la actitud conciliadora de Andrés Manuel, es que a los moderados e indecisos que le dieron fuerza en 2006, no les basta con una disculpa. A todos estos electores les vendría bien una explicación abierta de por qué Andrés Manuel no cumplió la promesa de aceptar la derrota en las urnas como lo había sostenido durante la campaña. A los votantes moderados no les basta con una pequeña teoría de la válvula de escape para evita la violencia. Andrés Manuel parece pensar que estas elecciones son como las de 2006, y vasta hacerse de unos empresarios en la campaña para volver a acercarse el voto de los indecisos y los moderados. Lo que sucede es, que esto no es 2006. La incapacidad de Andrés Manuel para sobrepasar la mercadotecnia, la incapacidad de mostrarse confrontador por miedo al castigo electoral, le ha costado la posibilidad de forzar a los otros contendientes a hablar y responder. Es muy interesante, que su confrontación más fuerte esté basada en los famosos gastos de campaña de EPN, y no en criticar sus propuestas. Incluso el correo basura que mandan desde su equipo de campaña está enfocada a dichos gastos.

No han sido sólo las reglas del IFE que cambiaron después de 2006, para tener elecciones más 'transparentes' las que han hecho de estas campañas las más somnolientas en muchos años. Valga decir que en la época prísta aunque ya se sabía quién ganaría, todo mundo le hacía al cuento de de inventar un discurso que pareciera novedoso. Hoy los políticos le tienen tanto miedo a sus palabras que la política ha dejado de tener sentido. Nadie explica cómo o por qué se debe seguir un camino u otro, más bien están a la deriva esperando que no hacer mucha agua pueda mantenerlos en una posición competitiva. Así es como el PRI ganará muy probablemente estas elecciones, compitiendo contra otros dos candidatos que no se atreven a despeinarse y porque pueden perder las elecciones que, de todos modos, en el papel, las encuestas, están perdidas. ¿Me pregunto si AMLO podría perder realmente mucho confrontado y haciendo política como en 2006? ¿Cuánto podría costarle a Josefina, a estas alturas romper con Calderón o ser la abanderada de una mano todavía más dura?

El asunto es que estas elecciones han sido de flojera debido a que los candidatos no ven en su interés, hacer política. Intentar algo grande, magnífico o glorioso, no es redituable en la política electoral y prefieren mantener sus posiciones de mercado. Como si fueran refrescos de lata intercambiables que tratan de mantener sus segmentos del mercado y no arriesgar nada en pos de obtener el segmento más grande. La diferencia aquí es que mientras que en el mercado puede haber 3 refrescos que compartan a los consumidores, en política electoral presidencial, el ganador lo toma todo y no importa, en última instancia, por cuantos votos perdiste; el que ganó fue otro. Aún así con la lógica del marketing, podríamos decir que lo que va a suceder, y está sucediendo es un descenso general en el consumo. Me parece que lo que se avecina es una jornada electoral, en julio, que podría representar la jornada electoral presidencial con mayor índice de abstencionismo desde la alternancia en México. No creo que los electores indecisos se decidan, ni que escuchen Sicilia para decidir no votar. Simplemente, de entre las opciones disponibles, ninguna les hará cambiar sus planes de domingo para hacer cosas más importantes y más relacionadas con su vida diaria y concreta que ir a votar por cualquiera de los tres cobardes que piden sus votos sin la más mínima intención de arriesgar algo. Peña Nieto ganará si por la mercadotecnia, pero sobre todo por el miedo que tienen los otros candidatos de perder por menos puntos. Creo que los votantes indecisos se harán presentes así en las elecciones, sin decisión alguna, dejando que los políticos hagan lo suyo mientras ellos se dedican vivir a pesar de los políticos. Sobre los convencidos y los seguidores de EPN, por ejemplo, baste decir que el abstencionismo será su mejor aliado, de ahí que no necesita convencer, sólo necesita no mover el barco ni hacer agua para que la gente no se decida a votar por los otros. Pero todos, no sólo EPN están jugando a lo mismo.

El resultado de este juego es un presidente prisita y unas elecciones con muy pocos participantes.



lunes, 16 de abril de 2012

No Proliferación Nuclear en el siglo XXI: un cometario sobre Pellicer

El 8 de abril Olga Pellicer publicó, en Proceso un artículo que llamó mi atención por el título, “La Paz Internacional”, que me pareció algo pretensioso. Mi sorpresa fue mayor al notar que, a la más vieja usanza de los internacionalistas y diplomáticos entrenados durante la guerra fría, Pellicer presume que “La Paz Internacional”, en el Siglo XXI es una función de la distribución de capacidades nucleares—de producción de cabezas nucleares y de el desarrollo de capacidades de entrega (ej. misiles intercontinentales). A pesar de las limitantes de la perspectiva, un tanto anacrónica de Pellicer, lo más interesante es que tiene razón en señalar el tema de la proliferación nuclear como un problema central de cooperación, y una posible fuente de conflicto en el escenario internacional. Sin embargo, las fuentes de conflicto son menos parecidas a las preocupaciones de Guerra Fría y posibles ataques nucleares asume en su artículo.


Aquí valdría la pena, por ejemplo, poner las preocupaciones sobre la proliferación nuclear en perspectiva. Durante la Guerra Fría, los el interés de ambas potencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética, eran el de ser capaces de contener al bloque contrario con la amenaza del uso de armas nucleares. Esto permitía, ‘moderar’ la violencia y evitar confrontaciones frontales o guerra abierta entre las dos potencias, lo anterior sin negar la violencia interestatal que tuvo lugar alrededor del mundo durante la segunda mitad del siglo XX. La Guerra Fría se trataba entonces de que cada potencia fuera capaz de infundir suficiente inseguridad en la otra a través de la acumulación de armamento nuclear y desplegando sus capacidades de entrega (misiles). Así, por ejemplo, la crisis Cubana de 1962, no se trataba sólo de terror masivo contra las armas nucleares, se trataba también de que era, probablemente, la primera vez que la Unión Soviética demostraba capacidades de entrega de misiles en territorio continental Americano.


Pero además de la carrera armamentista que podía mantener a cada una de las potencias, relativamente, quietas en términos de acciones bélicas. La Guerra Fría incluía la posibilidad de negociar y evitar ‘ catástrofes nucleares’. La no proliferación, además de ser un proyecto de buenas intenciones y declaraciones del uso pacífico de la energía nuclear, era también una consideración estratégica de las potencias para controlar el tablero de juego de la Guerra Fría. Si la lógica de la carrera armamentista iba a funcionar, debían asegurarse, que en un mundo bipolar y completamente influenciado por la política de las potencias, ninguno de los aliados menores, o detractores, fuera capaz de iniciar un ataque nuclear. La multiplicación de actores nucleares significaba la incapacidad de negociar y conocer las intenciones nucleares de las superpotencias y por ende éstas debían buscar claridad en términos de la identificación de las posibles amenazas nucleares. En suma, las superpotencias no querían ver que países sobre los que no tuvieran un control efectivo tuvieran acceso a tecnología bélica nuclear debido a que podría generar una reacción en cadena que sería imposible frenar. La no proliferación nuclear era, en buna medida, un esfuerzo por tener claridad sobre quién podía atacar a quién y con quién se podía negociar para evitar el estallido de una confrontación nuclear.


Hoy en día, las preocupaciones son similares, pero no idénticas al periodo de la guerra fría. La necesidad de asegurar el control y la reducción de armamentos nucleares ya no surge sólo de la amenaza de una confrontación nuclear que termine con la vida en la tierra. Los objetivos son más limitados, por una parte debido al carácter de los jugadores en el terreno de la proliferación global, y por otra debido al efecto que el no-uso de armas nucleares ha tenido en el terreno de la práctica militar y de defensa alrededor del mundo. En lo que se refiere al carácter de los jugadores, muy pocos de los países que menciona Pellicer (Irán, Corea y Pakistán, etc.) son países que reconozcan que su seguridad, territorial o la seguridad exterior del estado, depende del desarrollo de capacidades de entrega y acumulación de armamento nuclear. Por el contrario, las necesidades de desarrollo de armamento nuclear responden al uso doméstico de la política exterior con fines de legitimación frente a públicos nacionalistas y el chauvinismo de las élites políticas. El discurso es nacionalista y de oposición al discurso/disciplina de la comunidad internacional y esa oposición es más importante para Kim, Ahmadineyad, y las élites, civiles y militares, de Pakistán que cualquier capacidad efectiva de colocar un misil en territorio de los Estados Unidos el próximo 11 de septiembre. Si las superpotencias no tenían ningún interés en vivir las consecuencias de una agresión nuclear durante los periodos más tensos de la Guerra Fría, es posible pensar también que los líderes de Corea, Pakistán e Irán, reconozcan que lo peor que podría pasar sería que sus capacidades nucleares se convirtieran en una amenaza efectiva y no sólo en una posible amenaza; que ameritaría más que una charla disciplinaria por parte de EU y la comunidad internacional.

Las evidencias son claras, India y Pakistán desarrollaron capacidades nucleares en un periodo relativamente corto y deberíamos cuestionar el compromiso político, por ejemplo, de Irán o Corea respecto al desarrollo de capacidades nucleares efectivas. Parece ser que sus programas nucleares llevan tanto tiempo en desarrollo, que por ahora deberían considerarse un fracaso. Más bien, el tema es reconocer que Irán y Corea no tienen armas nucleares porque no les convienen ir más allá de la retórica de oposición a la comunidad internacional y Estados Unidos. En el caso específico de Corea, es importante notar la capacidad que este discurso tiene para atraer el interés y recursos de China y los Estados Unidos. Pellicer afirma que China ve con preocupación los desarrollos recientes en Corea de Norte. Sin embargo, pasa por alto que es China misma quien tiene un interés ambivalente respecto a Corea del Norte, por un lado no le gustaría ver a una Corea del Norte armada que llamara la atención de Japón y los Estados Unidos en la región, pero tampoco le gustaría dejar el único escenario de seguridad internacional donde puede funcionar como un intermediario legítimo, y codearse con las grandes potencias como pares. Los chinos ven el tema de Corea del Norte como un tema a través del cual promueven su teoría del asenso pacífico y la posición de China como un jugador responsable en política mundial. Para los Chinos, las cosas tal cual están con corea son ‘business as usual’, para los coreanos no es más que seguir gestionando “ayuda para el desarrollo”, y para Estados Unidos es de vuelta a hace 20 años. La única sorprendida parece haber sido Pellicer.


Paquistán es un tema diferente y ahí se ve reflejado un tema similar al del control del armamento nuclear durante la Guerra Fría. Pero estas preocupaciones existirían por igual si fuera México el que tuviera armas nucleares. La preocupación emana de la debilidad institucional en Pakistán y que existe la percepción de que el stock de armas nucleares puede salir del control del gobierno y caer en manos de terroristas o que puede ser utilizado en disputas internas por un bando u otro—en México esto sería equivalente a que los Zetas pudieran obtener material y armamentos nucleares debido a la debilidad de las instituciones mexicanas. Sin embargo, muy pocos temen que un gobierno pakistaní pueda lanzar un blietzkrieg al heartland del mundo y convertirse en un imperio respaldado por su arsenal nuclear. Más bien la preocupación es exactamente la contraria, que Pakistán y otros estados débiles tienen las estructuras de mando y capacidades de control para manejar de manera segura su arsenal nuclear y que la falta de instituciones sólidas pueda generar el uso ‘irracional’, no previsto de estas capacidades nucleares.


Pellicer pone a Europa y Rusia en esta misma cazuela cuando habla del desarrollo de una sombrilla de protección anti-misiles sobre Europa. El plan no es nuevo y es reminiscente de la Guerra Fría y la lógica de la guerra nuclear interestatal. Sin embargo, este desarrollo no tiene que ver con Irán—que no tiene capacidades nucleares para alcanzar Europa, como Pellicer presume. Dice Pellicer también, que el desarrollo de esta sombrilla ha molestado a Rusia—¡Eureka! Esto es precisamente lo importante, con toda seguridad Rusia tiene un arsenal nuclear mucho más temible que el iraní, la protección antimisiles está dirigida a Rusia y posiblemente a China que en efecto tienen estas capacidades. La preocupación de EU y sus aliados en la OTAN es la de no permitir la multiplicación de jugadores nucleares para poder seguir ejerciendo presión y negociando con un número reducido de jugadores en el bando contrario, que en este momento son China y Rusia.


Finalmente, Pellicer abre el tema de Israel y lo pone en el centro del proceso de toma de las decisiones sobre proliferación nuclear en Estados Unidos. Sin embargo, las preocupaciones de Israel y su posición preventiva y abiertamente agresiva frente a sus vecinos en Medio Oriente es más una condición estructural de la política exterior de Israel que una novedad. Esto ha sido así, probablemente desde 1948, y más claramente desde 1963. En este sentido, las presiones de Israel sobre Estados Unidos son más una piedra en el zapato. Israel adopta un discurso fuerte debido a razones políticas domésticas y Estados Unidos lo apoyará por las mismas razones, sin embargo la opción de usar la fuerza contra Irán es una opción negada para ambos gobiernos, simplemente imposible en las condiciones actuales.


El artículo de Pellicer es interesante en la medida en que aborda un tema muy contemporáneo desde una óptica que no permite evaluar sus diferentes aristas y lanza a Rusia, China, Corea del Norte e Irán, a todos, en la misma olla de la política mundial. No hay duda de que la proliferación nuclear es un tema álgido de política internacional y seguirá siendo así en el futuro cercano. Sin embargo, valdría hacer énfasis en que la proliferación nuclear ha adquirido condiciones estratégicas distinta a inicios del siglo XXI y que los lentes de la Guerra Fría, las carreras armamentistas, y los dilemas de seguridad, explican sólo parcialmente la lógica de la no-proliferación nuclear y los riesgos de conflicto internacional que se desprenden de las condiciones actuales de negociación sobre proliferación nuclear alrededor del mundo.