lunes, 16 de abril de 2012

No Proliferación Nuclear en el siglo XXI: un cometario sobre Pellicer

El 8 de abril Olga Pellicer publicó, en Proceso un artículo que llamó mi atención por el título, “La Paz Internacional”, que me pareció algo pretensioso. Mi sorpresa fue mayor al notar que, a la más vieja usanza de los internacionalistas y diplomáticos entrenados durante la guerra fría, Pellicer presume que “La Paz Internacional”, en el Siglo XXI es una función de la distribución de capacidades nucleares—de producción de cabezas nucleares y de el desarrollo de capacidades de entrega (ej. misiles intercontinentales). A pesar de las limitantes de la perspectiva, un tanto anacrónica de Pellicer, lo más interesante es que tiene razón en señalar el tema de la proliferación nuclear como un problema central de cooperación, y una posible fuente de conflicto en el escenario internacional. Sin embargo, las fuentes de conflicto son menos parecidas a las preocupaciones de Guerra Fría y posibles ataques nucleares asume en su artículo.


Aquí valdría la pena, por ejemplo, poner las preocupaciones sobre la proliferación nuclear en perspectiva. Durante la Guerra Fría, los el interés de ambas potencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética, eran el de ser capaces de contener al bloque contrario con la amenaza del uso de armas nucleares. Esto permitía, ‘moderar’ la violencia y evitar confrontaciones frontales o guerra abierta entre las dos potencias, lo anterior sin negar la violencia interestatal que tuvo lugar alrededor del mundo durante la segunda mitad del siglo XX. La Guerra Fría se trataba entonces de que cada potencia fuera capaz de infundir suficiente inseguridad en la otra a través de la acumulación de armamento nuclear y desplegando sus capacidades de entrega (misiles). Así, por ejemplo, la crisis Cubana de 1962, no se trataba sólo de terror masivo contra las armas nucleares, se trataba también de que era, probablemente, la primera vez que la Unión Soviética demostraba capacidades de entrega de misiles en territorio continental Americano.


Pero además de la carrera armamentista que podía mantener a cada una de las potencias, relativamente, quietas en términos de acciones bélicas. La Guerra Fría incluía la posibilidad de negociar y evitar ‘ catástrofes nucleares’. La no proliferación, además de ser un proyecto de buenas intenciones y declaraciones del uso pacífico de la energía nuclear, era también una consideración estratégica de las potencias para controlar el tablero de juego de la Guerra Fría. Si la lógica de la carrera armamentista iba a funcionar, debían asegurarse, que en un mundo bipolar y completamente influenciado por la política de las potencias, ninguno de los aliados menores, o detractores, fuera capaz de iniciar un ataque nuclear. La multiplicación de actores nucleares significaba la incapacidad de negociar y conocer las intenciones nucleares de las superpotencias y por ende éstas debían buscar claridad en términos de la identificación de las posibles amenazas nucleares. En suma, las superpotencias no querían ver que países sobre los que no tuvieran un control efectivo tuvieran acceso a tecnología bélica nuclear debido a que podría generar una reacción en cadena que sería imposible frenar. La no proliferación nuclear era, en buna medida, un esfuerzo por tener claridad sobre quién podía atacar a quién y con quién se podía negociar para evitar el estallido de una confrontación nuclear.


Hoy en día, las preocupaciones son similares, pero no idénticas al periodo de la guerra fría. La necesidad de asegurar el control y la reducción de armamentos nucleares ya no surge sólo de la amenaza de una confrontación nuclear que termine con la vida en la tierra. Los objetivos son más limitados, por una parte debido al carácter de los jugadores en el terreno de la proliferación global, y por otra debido al efecto que el no-uso de armas nucleares ha tenido en el terreno de la práctica militar y de defensa alrededor del mundo. En lo que se refiere al carácter de los jugadores, muy pocos de los países que menciona Pellicer (Irán, Corea y Pakistán, etc.) son países que reconozcan que su seguridad, territorial o la seguridad exterior del estado, depende del desarrollo de capacidades de entrega y acumulación de armamento nuclear. Por el contrario, las necesidades de desarrollo de armamento nuclear responden al uso doméstico de la política exterior con fines de legitimación frente a públicos nacionalistas y el chauvinismo de las élites políticas. El discurso es nacionalista y de oposición al discurso/disciplina de la comunidad internacional y esa oposición es más importante para Kim, Ahmadineyad, y las élites, civiles y militares, de Pakistán que cualquier capacidad efectiva de colocar un misil en territorio de los Estados Unidos el próximo 11 de septiembre. Si las superpotencias no tenían ningún interés en vivir las consecuencias de una agresión nuclear durante los periodos más tensos de la Guerra Fría, es posible pensar también que los líderes de Corea, Pakistán e Irán, reconozcan que lo peor que podría pasar sería que sus capacidades nucleares se convirtieran en una amenaza efectiva y no sólo en una posible amenaza; que ameritaría más que una charla disciplinaria por parte de EU y la comunidad internacional.

Las evidencias son claras, India y Pakistán desarrollaron capacidades nucleares en un periodo relativamente corto y deberíamos cuestionar el compromiso político, por ejemplo, de Irán o Corea respecto al desarrollo de capacidades nucleares efectivas. Parece ser que sus programas nucleares llevan tanto tiempo en desarrollo, que por ahora deberían considerarse un fracaso. Más bien, el tema es reconocer que Irán y Corea no tienen armas nucleares porque no les convienen ir más allá de la retórica de oposición a la comunidad internacional y Estados Unidos. En el caso específico de Corea, es importante notar la capacidad que este discurso tiene para atraer el interés y recursos de China y los Estados Unidos. Pellicer afirma que China ve con preocupación los desarrollos recientes en Corea de Norte. Sin embargo, pasa por alto que es China misma quien tiene un interés ambivalente respecto a Corea del Norte, por un lado no le gustaría ver a una Corea del Norte armada que llamara la atención de Japón y los Estados Unidos en la región, pero tampoco le gustaría dejar el único escenario de seguridad internacional donde puede funcionar como un intermediario legítimo, y codearse con las grandes potencias como pares. Los chinos ven el tema de Corea del Norte como un tema a través del cual promueven su teoría del asenso pacífico y la posición de China como un jugador responsable en política mundial. Para los Chinos, las cosas tal cual están con corea son ‘business as usual’, para los coreanos no es más que seguir gestionando “ayuda para el desarrollo”, y para Estados Unidos es de vuelta a hace 20 años. La única sorprendida parece haber sido Pellicer.


Paquistán es un tema diferente y ahí se ve reflejado un tema similar al del control del armamento nuclear durante la Guerra Fría. Pero estas preocupaciones existirían por igual si fuera México el que tuviera armas nucleares. La preocupación emana de la debilidad institucional en Pakistán y que existe la percepción de que el stock de armas nucleares puede salir del control del gobierno y caer en manos de terroristas o que puede ser utilizado en disputas internas por un bando u otro—en México esto sería equivalente a que los Zetas pudieran obtener material y armamentos nucleares debido a la debilidad de las instituciones mexicanas. Sin embargo, muy pocos temen que un gobierno pakistaní pueda lanzar un blietzkrieg al heartland del mundo y convertirse en un imperio respaldado por su arsenal nuclear. Más bien la preocupación es exactamente la contraria, que Pakistán y otros estados débiles tienen las estructuras de mando y capacidades de control para manejar de manera segura su arsenal nuclear y que la falta de instituciones sólidas pueda generar el uso ‘irracional’, no previsto de estas capacidades nucleares.


Pellicer pone a Europa y Rusia en esta misma cazuela cuando habla del desarrollo de una sombrilla de protección anti-misiles sobre Europa. El plan no es nuevo y es reminiscente de la Guerra Fría y la lógica de la guerra nuclear interestatal. Sin embargo, este desarrollo no tiene que ver con Irán—que no tiene capacidades nucleares para alcanzar Europa, como Pellicer presume. Dice Pellicer también, que el desarrollo de esta sombrilla ha molestado a Rusia—¡Eureka! Esto es precisamente lo importante, con toda seguridad Rusia tiene un arsenal nuclear mucho más temible que el iraní, la protección antimisiles está dirigida a Rusia y posiblemente a China que en efecto tienen estas capacidades. La preocupación de EU y sus aliados en la OTAN es la de no permitir la multiplicación de jugadores nucleares para poder seguir ejerciendo presión y negociando con un número reducido de jugadores en el bando contrario, que en este momento son China y Rusia.


Finalmente, Pellicer abre el tema de Israel y lo pone en el centro del proceso de toma de las decisiones sobre proliferación nuclear en Estados Unidos. Sin embargo, las preocupaciones de Israel y su posición preventiva y abiertamente agresiva frente a sus vecinos en Medio Oriente es más una condición estructural de la política exterior de Israel que una novedad. Esto ha sido así, probablemente desde 1948, y más claramente desde 1963. En este sentido, las presiones de Israel sobre Estados Unidos son más una piedra en el zapato. Israel adopta un discurso fuerte debido a razones políticas domésticas y Estados Unidos lo apoyará por las mismas razones, sin embargo la opción de usar la fuerza contra Irán es una opción negada para ambos gobiernos, simplemente imposible en las condiciones actuales.


El artículo de Pellicer es interesante en la medida en que aborda un tema muy contemporáneo desde una óptica que no permite evaluar sus diferentes aristas y lanza a Rusia, China, Corea del Norte e Irán, a todos, en la misma olla de la política mundial. No hay duda de que la proliferación nuclear es un tema álgido de política internacional y seguirá siendo así en el futuro cercano. Sin embargo, valdría hacer énfasis en que la proliferación nuclear ha adquirido condiciones estratégicas distinta a inicios del siglo XXI y que los lentes de la Guerra Fría, las carreras armamentistas, y los dilemas de seguridad, explican sólo parcialmente la lógica de la no-proliferación nuclear y los riesgos de conflicto internacional que se desprenden de las condiciones actuales de negociación sobre proliferación nuclear alrededor del mundo.



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