lunes, 19 de diciembre de 2011

La securitización de las elecciones y las dudas de Calderón

El clima de violencia en México le ha ganado a este país un sitio en los reportes de prensa alrededor del mundo. La atención negativa puesta sobre México se ha manifestado en reducciones en los flujos de turistas y visitantes; un ejemplo claro es la caída en el número de estudiantes extranjeros que escogían México para estudiar uno o dos semestres de sus programas de licenciatura. El clima de violencia también ha llamado la atención de defensores y defensoras de derechos humanos, y una buena parte de la comunidad internacional, que miran con preocupación los ataques orquestados contra la sociedad civil por parte del crimen organizado y la arbitrariedad con la que los cuerpos del orden público hacen uso de la fuerza.
Sin embargo, estas preocupaciones humanitarias y de defensa de los derechos de los ciudadanos han dejado de lado, de manera totalmente comprensible, el tema de la fragilidad de las instituciones democráticas en el país. Sin duda, la violación masiva de derechos humanos hace resaltar una clara debilidad de las instituciones de procuración de justicia para llevar a cabo tareas policiacas y de investigación que ofrezcan responsable, sanciones y reparación del daño. Asimismo, existe una clara incapacidad de estas mismas instituciones para prevenir actos atroces y proteger a los defensores y defensoras de derechos humanos en el país. No obstante, estos problemas son más que problemas de derechos humanos o de mantenimiento del orden. La situación de violencia amenaza también a las instituciones democráticas.
Una rasgo sine qua non de las democracias modernas son las elecciones periódicas, competitivas y con opciones reales de alternancia en el poder. A últimas fechas, las evaluaciones sobre las implicaciones de la violencia en los procesos electorales del Gobierno Federal en México deben ser signo de preocupación, particularmente las del Presidente Felipe Calderón,. En una entrevista televisiva en cadena nacional, el presidente aseguró que "está pasando algo muy grave que es la presencia del crimen organizado en las elecciones", y aseguro incluso que esto supone una amenaza contra "la vida del país". Además, reiterando su compromiso con ‘las instituciones’ aseguró que es claro el involucramiento del crimen organizado en los procesos electorales y que habrá que esperar a ver la capacidad de influencia grupos puedan tener en 2012.
Esta retórica es preocupante porque abre las puertas a un clima político de incertidumbre electoral. Es aún más preocupante, cuando esta retórica proviene de un presidente y un aparato de seguridad que han mostrado, en la retórica y en los hechos, que están dispuestos a sacrificar valores, principios e instituciones democráticas en pos de salvar a la nación. Un discurso que cuestiona la capacidad de las instituciones democráticas de resistir las presiones del crimen organizado y que además equipara esto con un riesgo a la vida del país, sólo necesita un paso más, una excusa, para renegar completamente de la legitimidad de los procesos electorales y comenzar coquetear con la ‘necesidad’ de un gobierno de excepción democrática. Esto es, una dictadura de seguridad nacional por falta de condiciones para la celebración de elecciones legítimas. Más que el crimen organizado, es un discurso presidencial el que pone en riesgo la vida democrática del país. No se puede besar a las instituciones y sugerir que habrá que esperar a ver los efectos que tiene el crimen sobre estas. Es cierto, estas son conjeturas pero la retórica presidencial es clara: pueden existir razones para dudar de la legitimidad de las elecciones en 2012.
Es también notable que el presidente no use la retorica de ganar, a cualquier precio, sobre los intereses del crimen organizado. Para quien se acuerde del terriblemente célebre ‘haiga sido como haiga sido’, debe llamar la atención que el presidente no esté convencido quelas elecciones de 2012 deberán ser legítimas a toda costa y que no comunique esta seguridad a la población. ¿Si el presidente duda sobre la legitimidad de las elecciones en 2012, será posible que el Ejército también dude sobre su posición y beneficios en caso de que las elecciones den por ganador a algún candidato más moderado en temas de seguridad? Esta es una combinación explosiva. ¿Cuál será el plan en caso de que existan claras evidencias (o se construyan) de una influencia profunda del crimen organizado en el proceso electoral?
Es cierto el crimen organizado podría tener la capacidad de influir en las elecciones del año próximo. Sin embargo, no es el crimen organizado quien tiene la tarea, el deber, de fortalecer las instituciones y proteger a la ciudadanía. Un presidente que abdica la defensa, sin miramientos, de las instituciones democráticas, aunque sea en la retórica, es el mayor riesgo para la legitimidad del proceso electoral. Un presidente electo democráticamente, que tomó posesión en un clima de suma debilidad de las instituciones electorales, debería tener muy claro que este es el camino hacia la inestabilidad. A menos que tenga un plan claramente delineado de cómo va a salvar al país—y que la lógica de su discurso deja ver que esa solución podría ser poco democrática. Ese es el peor escenario, uno en el que los temas de derechos humanos, debido proceso y estado de derecho ya no tendrían ningún sentido retórico ni práctico, todos estaríamos a merced de lo que la política de excepción requiera para salvar al país.

viernes, 20 de mayo de 2011

Obama: una política exterior que no toma partido

Hasta hace unos meses la política exterior de la administración Obama había logrado mantener las expectativas de aliados y enemigos atadas al status quo ex ante. La esperanza infundada con la que se le concedió el premio Nobel de la Paz, se había reducido a una maniobra política para explotar las supuestas intenciones pacifistas del primer presidente, miembro de una minoría y demócrata, en los Estados Unidos. La política exterior de Obama en los últimos tres años ha dejado ver a un presidente incapaz de generar soluciones creativas para utilizar el poder del que disponen los Estados Unidos para manejar los conflictos internacionales. Las revueltas en medio oriente, el asesinato de Osama Bin Laden y el reciente desencuentro con Israel muestran un Estados Unidos (Obama) incapaz de distanciarse de del business as usual de la política exterior norteamericana.

Las revueltas en medio oriente, para empezar, ponen en entre dicho la convicción por extender la democracia y los valores liberales universales que habían caracterizado los discursos sobre política exterior en los Estados Unidos desde sus primeras aventuras en política mundial. Obama, pretende minimizar las percepciones de imperialismo e imposición democrática y jugar una carta suave en los conflictos de medio oriente, amen también de la tan indeseable inestabilidad petrolera que provocaría alentarlos abiertamente.

Sin embargo, no tiene empacho en lanzar una operación encubierta, seguirla en tiempo real y mostrar, casi en tiempo real el asesinato de un prófugo de la justicia a costillas de la soberanía de Pakistan. Inmediatamente, sugiere a Israel que debe hacer más concesiones a las demandas Palestinas. Parece que el presidente no está con nadie: asesinar a Obama y violentar la soberanía de Pakistan es estar en contra de sus aliados y a favor de la reelección de Obama, además muestra estar en contra, en alguna medida, de algunos sectores radicales del mundo islámico.

Hasta ahí todo bien, pero cuando los moderados, más liberales pueblos de la región se vuelcan a derrocar a sus líderes, los Estados Unidos montan una operación encubierta y poco decidida por apoyar cualquiera que sea el desenlace mientras se garantice una transición pacífica. Esto implica que habían decidido defender a los déspotas y radicales en la medida en que pudieran, efectivamente, reprimir a su población. Una vez que no pudieron hacerlo (Egipto) asistieron para lograr una transición pacífica. Libia por el contrario es el ejemplo donde el juicio de los Estados Unidos erró: mientras las revueltas no fueron considerables, no se habló de la dimisión de Kadafi y la OTAN fue lenta y poco precisa en decidir los objetivos que tenía en Libia. Fue hasta hace unas semanas que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, aseguró que una condición para la paz en Libia era que Kadafi abandonara el poder. Otra vez, no quieren parecer intervencionistas y cuando intervienen, el caldo ya está muy meneado y ensangrentado.

Obama no es tonto, sólo un muy mal malabarista que quiere hablarle a todos los públicos internos en los Estados Unidos a la luz de las próximas elecciones. Siempre habrá un sector pro palestino entre la opinión pública americana que estará conectado con la postura demócrata y pacifista de Obama. Así también siempre habrán nacionalistas moderados y radicales que celebren la muerte de Bin Laden, y por último habrá muy pocos gringos conscientes a los que les importe que pasa o deja de pasar en medio oriente mientras no les tiren otra torre o suba el precio del petróleo, así que los Sirios, los Yemenies y el resto de los árabes pro apertura pueden rascarse con sus propias uñas, siempre y cuando sus gobernantes puedan darles suficiente palo y no pase lo que en libia. Y así, mientras Obama intenta ganar elecciones con tiros a todo el espectro de la opinión pública, su política exterior deja insatisfechos a sus aliados tradicionales (Israel), a los radicales islamistas (Hamas, et.,al) y a sus nuevos 'aliados' en la lucha contra el terrorismo internacional (Pakistan y cualquier otro que hubiera creído que ayudarle a los Estados Unidos era alguna suerte de garantía contra intervención o el ataque).

viernes, 21 de enero de 2011

Calderón y la Percepción de la Realidad: Constructivista o Sonso?

Reporta el periódico la Jornada que el presidente Felipe Calderón ser reunió con miembros de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) en el marco de su reunión anual. Ahí el presidente aseguró que existe un serio problema de percepción entre la población Mexicana que no alcanza que el país 'realmente' no está tan mal. Sin embargo, dijo, a pesar de que estas opiniones son sólo eso, opiniones sin ningún sustento con la 'realidad', éstas no dejan de afectar la confianza de los consumidores y ponen en riesgo en la REALIDAD las posibilidades de una mejor condición de vida para la población.

¿Qué quiso decir el Presidente? ¿Será que desde su perspectiva la REALIDAD, es un dominio al que sólo él y su gabinete tienen acceso? ¿Qué el pueblo, la opinión pública, no está calificada para evaluar la REALIDAD? Suena extraño, que a alguien que está seguro que la realidad del país es mejor de lo que la percibe la gente le preocupe tanto lo que piensa un cúmulo de mexicanos encuestados, cuando sabe con toda seguridad que éstos están totalmente equivocados. Pero, espere un momento, ¿por qué le preocupa la percepción de la opinión pública al presidente? ¡Ah¡ pero si no hay que meterse en tantas complicaciones, es esa misma opinión pública la que tendrá efectos muy, pero muy, reales para él y su partido en los próximos los 16 meses por venir.

Ahí está la REALIDAD de Calderón, en el proceso electoral. No hay que ser gurús de la política para entender por qué al presidente le urge que los mexicanos hablen bien de México, eso sería también hablar bien de él y de su partido. Sin embargo, la realidad (en minúsculas) de la opinión pública parece no darle tregua a un gobierno que en aras de la realidad intentó una guerra, inventó unos narcos, inventó una estrategia e inventó los daños colaterales—el problema es que detrás de estas invenciones que nada tienen que ver con la realidad vienen balas de plomo muy reales que terminan con vidas de civiles muy reales que se esforzaban por vivir una realidad muy dura, vendiendo tortillas, trabajando, para poder comer comida de verdad y no las letanías de del presidente.

Sí, en México hay dos realidades señor Calderón, la que usted de muy buena gana nos vendería…claro está…si pudiera, y la que nos toca vivir a todos; la de la tristeza por los inocentes muertos, las madres abandonadas, los migrantes asesinados y dos trabajos que hacen del involucrarse en política un ejercicio de frustración frente a un monitor de computadora. De verdad que tiene suerte el presidente que los mexicanos tengamos que trabajar tanto para, como dirían los americanos, make ends meet, porque si no, tendríamos tiempo para enseñarle como las ideas, el hambre, la explotación y la indignación se vuelcan a las calles romper a pedazos la realidad REALIDAD de la que usted se cree dueño. Los delirios son suyos señor Calderón, no de los que necesitan paz, comida, justicia para sus muertos y oportunidades para sus hijos. Pero ya sabemos que usted nos habla desde otra realidad LA REALIDAD ELECTORAL DE CALDERÓN, si hablásemos bien de México tendríamos que hablar bien de usted y su partido, de usted y de su guerra, de usted y su gabinete.

Creo que por fin entendí: usted no quiere que hablemos bien de México, quiere que hablemos bien de usted. Pero sabe qué: en las opiniones de las que tanto reniega se esconde una pequeña distinción sobre la realidad, todos sabemos que usted no es México y que podemos hablar mal de su política sin hablar mal de nuestros hijos, vecinos, hermanos y muertos…sin hablar mal de México.

martes, 4 de enero de 2011

Migrantes y Derechos Humanos: la paradoja de la vulnerabilidad.

El año pasado México vivió una de las más amargas experiencias migratorias en su historia. Para un país que ha hecho de su política de asilo y protección de extranjeros una de sus banderas de política exterior y carta de presentación en el mundo, el asesinato masivo de migrantes en la región norte del país fue como un balde de agua fría que refleja y muestra realidades otrora ocultas al ojo público.
Se ha dicho que el secuestro masivo de migrantes es un efecto de la diversificación de los ‘negocios’ del crimen organizado y se ha intensificado a últimas fechas. Sin embargo el tráfico de personas no es de ninguna manera un negocio nuevo y, sería ingenuo pensar que las matanzas y abusos lo sean también. Existe una paradoja fundamental en la manera en la que el Estado Mexicano—y otros estados—enfrentan la obligación de proteger los derechos fundamentales de los migrantes irregulares en su tránsito a través del territorio bajo su jurisdicción.
Sin embargo, cabe abordar el tema desde otra perspectiva además de la indignación que estos hechos provocan. ¿Quién viola derechos humanos? ¿Son realmente los derechos humanos y fundamentales de los migrantes los que están siendo atropellados con estas masacres? Además de las voces que demandan justicia y respuesta del gobierno a lo que es a todas luces un ato atroz, se debe ser muy cuidadoso cuando esta indignación y demanda de justicia se vuelca sobre el discurso de derechos humanos y termina, en el mejor de los casos, haciendo de el término un slogan todo poderoso para cualquier causa social.
Los gobiernos, el gobierno Mexicano, es el responsable de velar y garantizar los derechos fundamentales de sus ciudadanos y derechos básicos reconocidos en el derecho internacional y nacional hacia extranjeros, regulares o irregulares. Es de tal suerte que, sólo los gobiernos, el estado Mexicano puede actuar de tal manera que estos derechos puedan ser violentados. Es decir, sólo un agente, agencia o persona actuando en nombre del estado puede infringir los derechos humanos de cualquier individuo. Los asesinos, secuestradores y ladrones atentan contra la propiedad y vida de las personas pero no sus derechos humanos; violentan la ley, pero como no son los encargados de velar por los derechos fundamentales de las personas, no pueden incumplir la prerrogativa de dejar hacer o permitir hacer nada a nadie. Estos criminales son sólo eso, sin importar la calidad de sus crímenes; que pueden atacar las nociones más fundamentales de humanidad.
Así es que podríamos decir, a ciencia cierta, que si bien el asesinato de migrantes en México es producto de la incapacidad del gobierno para atacar al crimen organizado, el gobierno Mexicano, en estos casos, no ha violado ni atacado los derechos fundamentales de ningún migrante. Y aclaro, sólo en este caso. ¿Pero, qué hay que hacer? Aquí nace una contradicción fundamental y my práctica en el terreno de la política migratoria que tiene que ver con los controles migratorios entre los estados. Idealmente, se podría pedir libre tránsito y sin restricciones para todos los ciudadanos del mundo, incluidos todos los migrantes irregulares que decidan ingresar a México. En la práctica sin embargo, estas decisiones acarrean consecuencias económicas, políticas y sociales que imprevisibles en el largo plazo y con fuertes efectos anti-populares en el corto plazo, especialmente en momentos de crisis económica y altos niveles de desempleo. Además, de tener el efecto de política exterior, negativo para México, de hacerle ver a los Estados Unidos que México no comparte sus preocupaciones de seguridad nacional en materia de migración. México tiene un interés doméstico y bilateral pro restringir el flujo de migrantes, especialmente irregulares en el territorio nacional.
¿Cómo proteger a los migrantes y restringir su entrada al mismo tiempo? La segunda parte es simple a primera vista, mantener altas las barreras de entrada. Sin embargo, hay preguntas subyacentes cómo: ¿qué hacer con aquellos migrantes en el territorio nacional que se han adentrado de forma irregular y requieren de sigilo, escondite y secrecía para lograr sus objetivos? Cómo puede el gobierno proteger a aquellos que se esconden. Es como tratar con una organización masiva que busca esconderse y prefiere arriesgarse a encontrar un grupo de polleros, zetas o paisanos que los pasen al otro lado que a las autoridad migratorias mexicanas, aunque en algunos casos haya poca diferencia y sean extorsionados y maltratados por estas mismas—lo que en algunos casos podría llamarse una violación de derechos fundamentales.
¿Cómo proteger a los que prefieren no ser protegidos? Un salvavidas protege pero no puede evitar a toda costa que la gente nade, sería negligente si no advierte y atiende a todos los que puedan o estén en peligro inminente y para eso construye su torre. Sin embargo, aquellos que deciden nadar fuera de su vista—esconderse—pueden ser advertidos por un letrero y aún así necesitarán probar su suerte, suerte de la que el salvavidas no puede ni debe ser responsable. Hay límites a la responsabilidad del gobierno, no todo asesinato es un asunto de derechos humanos, puede ser cruel e in humano y requerir el uso oportuno del la fuerza y autoridad pública para sancionar a los responsables. Recordemos que la ley, en un estado democrático y de libertades está condenada a actuar después del hecho. Habrá que revisar, sin embargo que la política de prevención e información de los peligros para los migrantes en México sea todo lo efectiva que puede ser.