jueves, 2 de febrero de 2017

Tres obligaciones para resistir a Trump.

Ha sido una año increíble. Así, incrédulos, recibimos todos las noticias de que Donald Trump se postularía como candidato a la presidencia de Estados Unidos. Sin poder creerlo todavía, vimos cómo ganó la candidatura del Partido Republicano y como un país entero le entregó los votos suficientes para convertirse en la el comandante en jefe de la hegemonía planetaria. Sin embargo, sería conveniente dejar nuestra incredulidad de lado y preguntarnos ¿qué hace a estos eventos recientes tan increíbles? Por inapropiado que parezca,  también deberíamos preguntarnos para quién son increíbles.

¿Qué es lo increíble? ¿Que un racista, arrogante, ignorante y belicoso señor haya obtenido el puesto de presidente del país más poderoso del mundo? En un país en el que, de acuerdo con la Fundación de la Familia de Henry J. Kaiser, el 50 % de la pobreza está concentrada racial y étnicamente entre las personas negras y los hispanos, la elección de Trump no es tan anormal, sino un reflejo de la balanza de poder entre poblaciones distintas definidas por marcadores de clase, raza, y etnia. Nuestra incredulidad deviene no de una imposibilidad lógica o empírica. Han sido nuestras conciencias liberales las que nos han engañado diciéndonos que esto es imposible y no debe ser. La primera obligación de toda persona que piensa que lo que ha sucedido es inaceptable y peligroso es la de asumir que es real. La segunda es saber que Trump es un síntoma y no la causa.

Están las otras conciencias que piensan que esto es increíble porque ven la historia de Alemania y los autoritarismos de principios del siglo XX en Europa repetirse a cada paso que da Trump. El fascismo en Italia y el nacionalsocialismo en Alemania representan referentes que no pueden dejar de orientar nuestros juicios y reclamos. No obstante, no pueden ser el fundamento de la resistencia a esta voluntad de ejercer el poder de manera autoritaria que ha desplegado Donald Trump. No soy un apologista, pero creo que la mirada histórica debe ser sólo una alerta y la actualidad (la concreción del presente) debe ser la trinchera desde la que se lance la acción política de resistir. Criticar a Trump con el pasado es entregarle el presente. Hay importantes diferencias entre los totalitarismos Europeos del siglo XX y el contexto de Trump. En Italia y Alemania, por ejemplo, no existían instituciones ni tradiciones democráticas como las que hoy acechan al POTUS. La tercera obligación de la resistencia es condenar a Trump y sus acciones y no entregarse a las metáforas históricas.

Un poco más echado hacia la patria, porque lo de arriba nos toca a todos pero más a los gringos. A los mexicanos nos toca entender los retos a los que se enfrenta Trump y que sus promesas más radicales son su espada de Damocles. Por ejemplo, habrá que ver cómo los públicos americanos que ganan del TLCAN reciben las noticias de los cambios que propondrá.También habrá que ver cómo enfrentan los Estados y las ciudades las nuevas disposiciones del gobierno federal en materia migratoria. En los momentos electorales, la confrontación y polarización ayudan a diferenciar, ganar y orientar el voto. Pero si Trump quiere que su mayoría en el congreso pague dividendos tiene que poder negociar y evitar rupturas con miembros de un partido que no simpatiza totalmente con él. Podríamos cambiar la sensación de repulsión por una visión más moderada, y preguntarnos ¿por qué no pasa Trump una iniciativa al congreso y en lugar de eso emite órdenes ejecutivas? La respuesta es que no puede proponer las leyes y esperar que pasen o que le cueste dividir su mayoría tempranamente. La tercera obligación al mirar estos asuntos es no caer en la tentación de asumir que Trump tiene todo el poder, partir de ese supuesto es resistir desde una posición débil. Más bien hay que saber que para cumplir sus promesas Trump tiene que dar al traste con 241 años de pesos y contrapesos. México necesita resistir poniendo el peso de la acción y la iniciativa en los hombros de Donald Trump.

domingo, 29 de abril de 2012

Elecciones de Aburrición

Este periodo electoral parece el advenimiento y consolidación de una democracia sobre regulada en la que se ha privilegiado a los procedimientos por encima de la sustancia. La vida democrática en el país se ha condensado en un parloteo de slogans y frases que si bien son parte fundamental de cualquier campaña, han transformado a los políticos en altoparlantes que nos recuerdan, cada que pueden, las pequeñas cosas que cambiarán para que este país sea mejor. Sin embargo, la fórmula parece muy pobre a la luz de los retos que enfrenta este país.

Es cierto, esta manera de hacer campaña parece efectiva, resumirlo todo en 10 puntos concretos parece ser la traducción política del lenguaje de eficiencia de los negocios. Todos los candidatos presentan acciones concretas en un esfuerzo por simplificar la contienda política en un cúmulo de frases que apelen al electorado. Sin embargo, este lenguaje de la eficiencia pasa por alto la tarea más grande de la política democrática. Tenemos campañas políticas sin estrategias de gobierno.

¿Qué significa esto?, podrían preguntarme. La verdad es que no lo tengo muy claro, pero si estuviésemos hablando de futbol, pareciera que los candidatos están más preocupados por hacer cambios, para que parezca que toman decisiones, que por diseñar y comunicar un esquema de juego que pueda ser efectivo, más que espectacular. Cierto, el tiempo de hacer campaña reclama una estrategia espectacular. Las elecciones se han tornado aburridas por el sólo hecho de que nadie cree que ninguno de los 10 puntos de espectáculo que proponen los candidatos tengan algo que ver con la realidad actual del país. En términos futboleros, todo mundo puede darse cuenta que los cambios arriesgados son patadas de ahogado.

Además, el aburrimiento deviene, no solamente de el entramado institucional que ha designado formatos de debate sin debate. Más bien tenemos a 4 candidatos a la presidencia que han acordado no defender ninguna estrategia complicada y utilizar su tiempo para seguir lanzando spots, en lugar de encontrarse en el terreno de la confrontación. Hay que ser muy claros también con esto, no es Peña Nieto el que reniega del debate, el lo hace de manera abierta, a los otros tres les viene bien no tener nada que defender y entrar al ruedo del debate listos para aprovechar su minuto y medio y no involucrarse con las intervenciones de sus contrincantes.

Los candidatos, hasta ahora están jugando a no decir mucho y perder lo menos posible, esperando que el voto moderado, e indeciso les favorezca el día de la elección. No es sólo Peña Nieto quien ha optado por la menor exposición abierta posible. Todos los demás han seguido esta línea, el hecho es posiblemente más claro en la campaña de Josefina Vázquez Mota. Quién se hubiera imaginado que la mujer que ha de hacerle frente, y le “hizo frente”, a figuras poderosas como Elba Esther Gordillo pudiera salir a hacer campaña con una sonrisa en la frente y jugando la ficha femenina de la ternura; sin romper con Calderón, Vázquez Mota y su equipo parecen estar convencidos de que hay un punto intermedio entre lo que, sin decirlo, perciben como el discruso de la mano dura y la negociación con los criminales de la que acusan al PRI. Sin embargo, para los votantes que están buscando tomar una decisión, la posición de Josefina no perece ser una opción clara por algún proyecto de gobierno, ni continuidad declarada ni rompimiento. Aquellos, moderados con inclinación por la continuidad más bien tienen dar un salto de fe y esperar que Josefina represente la opción que esperan; pero ese no es el comportamiento del elector indeciso. Más bien, muchos indecisos podrían inclinarse por una opción más clara o simplemente por el abstencionismo.

Enrique Peña nieto, por su parte, juega el papel cómodo de el líder que trata de preservar su ventaja, y no debemos esperar grandes sorpresas de aquí al día de la elección. Calladito, se ve más bonito, y el voto de las masas le favorecerá entre aquellos electores que perciben a Peña como un candidato aceptable. Esto quiere decir, el menos malo o que es por lo menos uno que en verdad ofrece una alternativa de gobierno, incluso si sólo se trata de que la máquina de gobernar del PRI vuelva a trabajar en el país. Muchos comentaristas apuntan a la historia como punto de comparación para llamar la atención sobre los riesgos de elegir al PRI. No obstante, los juicios retrospectivos, incluso los prospectivos, por parte de los electores son ejercicios que rara vez suceden. En verdad, una parte muy importante de la democracia electoral, está basada en la noción de inmediatez, aquellos votantes indecisos que escojan a Peña, por encima de otros candidatos serán aquellos que: 1) perciben al actual gobierno como una administración fallida, 2) no tienen ni idea de quién es el candidato de Nueva Alianza, 3) ven en AMLO una suerte de aberración o anacronismo político y que 4) no perciben una diferencia entre Josefina y el partido en el gobierno.

Por último Andrés Manuel—de Nueva Alianza no diremos mas que fue la jugada maestra del PRI, dejarlos fuera de las alianzas para desmarcarse de la maestra y quitarle algunos votos a la izquierda—parece ser el único que tiene una propuesta más allá de las frases para spot. Aún así, el formato y tono de las elecciones lo ha obligado a simplificar fórmulas muy bien pensadas para este escenario, como el de la famosa política y república anorza. Pero Andrés Manuel, tiene que convencer a las mismas personas que Vázquez Mota, a aquellos que necesitan una explicación de las cosas y razones para votar por él. El problema de la actitud conciliadora de Andrés Manuel, es que a los moderados e indecisos que le dieron fuerza en 2006, no les basta con una disculpa. A todos estos electores les vendría bien una explicación abierta de por qué Andrés Manuel no cumplió la promesa de aceptar la derrota en las urnas como lo había sostenido durante la campaña. A los votantes moderados no les basta con una pequeña teoría de la válvula de escape para evita la violencia. Andrés Manuel parece pensar que estas elecciones son como las de 2006, y vasta hacerse de unos empresarios en la campaña para volver a acercarse el voto de los indecisos y los moderados. Lo que sucede es, que esto no es 2006. La incapacidad de Andrés Manuel para sobrepasar la mercadotecnia, la incapacidad de mostrarse confrontador por miedo al castigo electoral, le ha costado la posibilidad de forzar a los otros contendientes a hablar y responder. Es muy interesante, que su confrontación más fuerte esté basada en los famosos gastos de campaña de EPN, y no en criticar sus propuestas. Incluso el correo basura que mandan desde su equipo de campaña está enfocada a dichos gastos.

No han sido sólo las reglas del IFE que cambiaron después de 2006, para tener elecciones más 'transparentes' las que han hecho de estas campañas las más somnolientas en muchos años. Valga decir que en la época prísta aunque ya se sabía quién ganaría, todo mundo le hacía al cuento de de inventar un discurso que pareciera novedoso. Hoy los políticos le tienen tanto miedo a sus palabras que la política ha dejado de tener sentido. Nadie explica cómo o por qué se debe seguir un camino u otro, más bien están a la deriva esperando que no hacer mucha agua pueda mantenerlos en una posición competitiva. Así es como el PRI ganará muy probablemente estas elecciones, compitiendo contra otros dos candidatos que no se atreven a despeinarse y porque pueden perder las elecciones que, de todos modos, en el papel, las encuestas, están perdidas. ¿Me pregunto si AMLO podría perder realmente mucho confrontado y haciendo política como en 2006? ¿Cuánto podría costarle a Josefina, a estas alturas romper con Calderón o ser la abanderada de una mano todavía más dura?

El asunto es que estas elecciones han sido de flojera debido a que los candidatos no ven en su interés, hacer política. Intentar algo grande, magnífico o glorioso, no es redituable en la política electoral y prefieren mantener sus posiciones de mercado. Como si fueran refrescos de lata intercambiables que tratan de mantener sus segmentos del mercado y no arriesgar nada en pos de obtener el segmento más grande. La diferencia aquí es que mientras que en el mercado puede haber 3 refrescos que compartan a los consumidores, en política electoral presidencial, el ganador lo toma todo y no importa, en última instancia, por cuantos votos perdiste; el que ganó fue otro. Aún así con la lógica del marketing, podríamos decir que lo que va a suceder, y está sucediendo es un descenso general en el consumo. Me parece que lo que se avecina es una jornada electoral, en julio, que podría representar la jornada electoral presidencial con mayor índice de abstencionismo desde la alternancia en México. No creo que los electores indecisos se decidan, ni que escuchen Sicilia para decidir no votar. Simplemente, de entre las opciones disponibles, ninguna les hará cambiar sus planes de domingo para hacer cosas más importantes y más relacionadas con su vida diaria y concreta que ir a votar por cualquiera de los tres cobardes que piden sus votos sin la más mínima intención de arriesgar algo. Peña Nieto ganará si por la mercadotecnia, pero sobre todo por el miedo que tienen los otros candidatos de perder por menos puntos. Creo que los votantes indecisos se harán presentes así en las elecciones, sin decisión alguna, dejando que los políticos hagan lo suyo mientras ellos se dedican vivir a pesar de los políticos. Sobre los convencidos y los seguidores de EPN, por ejemplo, baste decir que el abstencionismo será su mejor aliado, de ahí que no necesita convencer, sólo necesita no mover el barco ni hacer agua para que la gente no se decida a votar por los otros. Pero todos, no sólo EPN están jugando a lo mismo.

El resultado de este juego es un presidente prisita y unas elecciones con muy pocos participantes.



lunes, 16 de abril de 2012

No Proliferación Nuclear en el siglo XXI: un cometario sobre Pellicer

El 8 de abril Olga Pellicer publicó, en Proceso un artículo que llamó mi atención por el título, “La Paz Internacional”, que me pareció algo pretensioso. Mi sorpresa fue mayor al notar que, a la más vieja usanza de los internacionalistas y diplomáticos entrenados durante la guerra fría, Pellicer presume que “La Paz Internacional”, en el Siglo XXI es una función de la distribución de capacidades nucleares—de producción de cabezas nucleares y de el desarrollo de capacidades de entrega (ej. misiles intercontinentales). A pesar de las limitantes de la perspectiva, un tanto anacrónica de Pellicer, lo más interesante es que tiene razón en señalar el tema de la proliferación nuclear como un problema central de cooperación, y una posible fuente de conflicto en el escenario internacional. Sin embargo, las fuentes de conflicto son menos parecidas a las preocupaciones de Guerra Fría y posibles ataques nucleares asume en su artículo.


Aquí valdría la pena, por ejemplo, poner las preocupaciones sobre la proliferación nuclear en perspectiva. Durante la Guerra Fría, los el interés de ambas potencias, los Estados Unidos y la Unión Soviética, eran el de ser capaces de contener al bloque contrario con la amenaza del uso de armas nucleares. Esto permitía, ‘moderar’ la violencia y evitar confrontaciones frontales o guerra abierta entre las dos potencias, lo anterior sin negar la violencia interestatal que tuvo lugar alrededor del mundo durante la segunda mitad del siglo XX. La Guerra Fría se trataba entonces de que cada potencia fuera capaz de infundir suficiente inseguridad en la otra a través de la acumulación de armamento nuclear y desplegando sus capacidades de entrega (misiles). Así, por ejemplo, la crisis Cubana de 1962, no se trataba sólo de terror masivo contra las armas nucleares, se trataba también de que era, probablemente, la primera vez que la Unión Soviética demostraba capacidades de entrega de misiles en territorio continental Americano.


Pero además de la carrera armamentista que podía mantener a cada una de las potencias, relativamente, quietas en términos de acciones bélicas. La Guerra Fría incluía la posibilidad de negociar y evitar ‘ catástrofes nucleares’. La no proliferación, además de ser un proyecto de buenas intenciones y declaraciones del uso pacífico de la energía nuclear, era también una consideración estratégica de las potencias para controlar el tablero de juego de la Guerra Fría. Si la lógica de la carrera armamentista iba a funcionar, debían asegurarse, que en un mundo bipolar y completamente influenciado por la política de las potencias, ninguno de los aliados menores, o detractores, fuera capaz de iniciar un ataque nuclear. La multiplicación de actores nucleares significaba la incapacidad de negociar y conocer las intenciones nucleares de las superpotencias y por ende éstas debían buscar claridad en términos de la identificación de las posibles amenazas nucleares. En suma, las superpotencias no querían ver que países sobre los que no tuvieran un control efectivo tuvieran acceso a tecnología bélica nuclear debido a que podría generar una reacción en cadena que sería imposible frenar. La no proliferación nuclear era, en buna medida, un esfuerzo por tener claridad sobre quién podía atacar a quién y con quién se podía negociar para evitar el estallido de una confrontación nuclear.


Hoy en día, las preocupaciones son similares, pero no idénticas al periodo de la guerra fría. La necesidad de asegurar el control y la reducción de armamentos nucleares ya no surge sólo de la amenaza de una confrontación nuclear que termine con la vida en la tierra. Los objetivos son más limitados, por una parte debido al carácter de los jugadores en el terreno de la proliferación global, y por otra debido al efecto que el no-uso de armas nucleares ha tenido en el terreno de la práctica militar y de defensa alrededor del mundo. En lo que se refiere al carácter de los jugadores, muy pocos de los países que menciona Pellicer (Irán, Corea y Pakistán, etc.) son países que reconozcan que su seguridad, territorial o la seguridad exterior del estado, depende del desarrollo de capacidades de entrega y acumulación de armamento nuclear. Por el contrario, las necesidades de desarrollo de armamento nuclear responden al uso doméstico de la política exterior con fines de legitimación frente a públicos nacionalistas y el chauvinismo de las élites políticas. El discurso es nacionalista y de oposición al discurso/disciplina de la comunidad internacional y esa oposición es más importante para Kim, Ahmadineyad, y las élites, civiles y militares, de Pakistán que cualquier capacidad efectiva de colocar un misil en territorio de los Estados Unidos el próximo 11 de septiembre. Si las superpotencias no tenían ningún interés en vivir las consecuencias de una agresión nuclear durante los periodos más tensos de la Guerra Fría, es posible pensar también que los líderes de Corea, Pakistán e Irán, reconozcan que lo peor que podría pasar sería que sus capacidades nucleares se convirtieran en una amenaza efectiva y no sólo en una posible amenaza; que ameritaría más que una charla disciplinaria por parte de EU y la comunidad internacional.

Las evidencias son claras, India y Pakistán desarrollaron capacidades nucleares en un periodo relativamente corto y deberíamos cuestionar el compromiso político, por ejemplo, de Irán o Corea respecto al desarrollo de capacidades nucleares efectivas. Parece ser que sus programas nucleares llevan tanto tiempo en desarrollo, que por ahora deberían considerarse un fracaso. Más bien, el tema es reconocer que Irán y Corea no tienen armas nucleares porque no les convienen ir más allá de la retórica de oposición a la comunidad internacional y Estados Unidos. En el caso específico de Corea, es importante notar la capacidad que este discurso tiene para atraer el interés y recursos de China y los Estados Unidos. Pellicer afirma que China ve con preocupación los desarrollos recientes en Corea de Norte. Sin embargo, pasa por alto que es China misma quien tiene un interés ambivalente respecto a Corea del Norte, por un lado no le gustaría ver a una Corea del Norte armada que llamara la atención de Japón y los Estados Unidos en la región, pero tampoco le gustaría dejar el único escenario de seguridad internacional donde puede funcionar como un intermediario legítimo, y codearse con las grandes potencias como pares. Los chinos ven el tema de Corea del Norte como un tema a través del cual promueven su teoría del asenso pacífico y la posición de China como un jugador responsable en política mundial. Para los Chinos, las cosas tal cual están con corea son ‘business as usual’, para los coreanos no es más que seguir gestionando “ayuda para el desarrollo”, y para Estados Unidos es de vuelta a hace 20 años. La única sorprendida parece haber sido Pellicer.


Paquistán es un tema diferente y ahí se ve reflejado un tema similar al del control del armamento nuclear durante la Guerra Fría. Pero estas preocupaciones existirían por igual si fuera México el que tuviera armas nucleares. La preocupación emana de la debilidad institucional en Pakistán y que existe la percepción de que el stock de armas nucleares puede salir del control del gobierno y caer en manos de terroristas o que puede ser utilizado en disputas internas por un bando u otro—en México esto sería equivalente a que los Zetas pudieran obtener material y armamentos nucleares debido a la debilidad de las instituciones mexicanas. Sin embargo, muy pocos temen que un gobierno pakistaní pueda lanzar un blietzkrieg al heartland del mundo y convertirse en un imperio respaldado por su arsenal nuclear. Más bien la preocupación es exactamente la contraria, que Pakistán y otros estados débiles tienen las estructuras de mando y capacidades de control para manejar de manera segura su arsenal nuclear y que la falta de instituciones sólidas pueda generar el uso ‘irracional’, no previsto de estas capacidades nucleares.


Pellicer pone a Europa y Rusia en esta misma cazuela cuando habla del desarrollo de una sombrilla de protección anti-misiles sobre Europa. El plan no es nuevo y es reminiscente de la Guerra Fría y la lógica de la guerra nuclear interestatal. Sin embargo, este desarrollo no tiene que ver con Irán—que no tiene capacidades nucleares para alcanzar Europa, como Pellicer presume. Dice Pellicer también, que el desarrollo de esta sombrilla ha molestado a Rusia—¡Eureka! Esto es precisamente lo importante, con toda seguridad Rusia tiene un arsenal nuclear mucho más temible que el iraní, la protección antimisiles está dirigida a Rusia y posiblemente a China que en efecto tienen estas capacidades. La preocupación de EU y sus aliados en la OTAN es la de no permitir la multiplicación de jugadores nucleares para poder seguir ejerciendo presión y negociando con un número reducido de jugadores en el bando contrario, que en este momento son China y Rusia.


Finalmente, Pellicer abre el tema de Israel y lo pone en el centro del proceso de toma de las decisiones sobre proliferación nuclear en Estados Unidos. Sin embargo, las preocupaciones de Israel y su posición preventiva y abiertamente agresiva frente a sus vecinos en Medio Oriente es más una condición estructural de la política exterior de Israel que una novedad. Esto ha sido así, probablemente desde 1948, y más claramente desde 1963. En este sentido, las presiones de Israel sobre Estados Unidos son más una piedra en el zapato. Israel adopta un discurso fuerte debido a razones políticas domésticas y Estados Unidos lo apoyará por las mismas razones, sin embargo la opción de usar la fuerza contra Irán es una opción negada para ambos gobiernos, simplemente imposible en las condiciones actuales.


El artículo de Pellicer es interesante en la medida en que aborda un tema muy contemporáneo desde una óptica que no permite evaluar sus diferentes aristas y lanza a Rusia, China, Corea del Norte e Irán, a todos, en la misma olla de la política mundial. No hay duda de que la proliferación nuclear es un tema álgido de política internacional y seguirá siendo así en el futuro cercano. Sin embargo, valdría hacer énfasis en que la proliferación nuclear ha adquirido condiciones estratégicas distinta a inicios del siglo XXI y que los lentes de la Guerra Fría, las carreras armamentistas, y los dilemas de seguridad, explican sólo parcialmente la lógica de la no-proliferación nuclear y los riesgos de conflicto internacional que se desprenden de las condiciones actuales de negociación sobre proliferación nuclear alrededor del mundo.



lunes, 19 de diciembre de 2011

La securitización de las elecciones y las dudas de Calderón

El clima de violencia en México le ha ganado a este país un sitio en los reportes de prensa alrededor del mundo. La atención negativa puesta sobre México se ha manifestado en reducciones en los flujos de turistas y visitantes; un ejemplo claro es la caída en el número de estudiantes extranjeros que escogían México para estudiar uno o dos semestres de sus programas de licenciatura. El clima de violencia también ha llamado la atención de defensores y defensoras de derechos humanos, y una buena parte de la comunidad internacional, que miran con preocupación los ataques orquestados contra la sociedad civil por parte del crimen organizado y la arbitrariedad con la que los cuerpos del orden público hacen uso de la fuerza.
Sin embargo, estas preocupaciones humanitarias y de defensa de los derechos de los ciudadanos han dejado de lado, de manera totalmente comprensible, el tema de la fragilidad de las instituciones democráticas en el país. Sin duda, la violación masiva de derechos humanos hace resaltar una clara debilidad de las instituciones de procuración de justicia para llevar a cabo tareas policiacas y de investigación que ofrezcan responsable, sanciones y reparación del daño. Asimismo, existe una clara incapacidad de estas mismas instituciones para prevenir actos atroces y proteger a los defensores y defensoras de derechos humanos en el país. No obstante, estos problemas son más que problemas de derechos humanos o de mantenimiento del orden. La situación de violencia amenaza también a las instituciones democráticas.
Una rasgo sine qua non de las democracias modernas son las elecciones periódicas, competitivas y con opciones reales de alternancia en el poder. A últimas fechas, las evaluaciones sobre las implicaciones de la violencia en los procesos electorales del Gobierno Federal en México deben ser signo de preocupación, particularmente las del Presidente Felipe Calderón,. En una entrevista televisiva en cadena nacional, el presidente aseguró que "está pasando algo muy grave que es la presencia del crimen organizado en las elecciones", y aseguro incluso que esto supone una amenaza contra "la vida del país". Además, reiterando su compromiso con ‘las instituciones’ aseguró que es claro el involucramiento del crimen organizado en los procesos electorales y que habrá que esperar a ver la capacidad de influencia grupos puedan tener en 2012.
Esta retórica es preocupante porque abre las puertas a un clima político de incertidumbre electoral. Es aún más preocupante, cuando esta retórica proviene de un presidente y un aparato de seguridad que han mostrado, en la retórica y en los hechos, que están dispuestos a sacrificar valores, principios e instituciones democráticas en pos de salvar a la nación. Un discurso que cuestiona la capacidad de las instituciones democráticas de resistir las presiones del crimen organizado y que además equipara esto con un riesgo a la vida del país, sólo necesita un paso más, una excusa, para renegar completamente de la legitimidad de los procesos electorales y comenzar coquetear con la ‘necesidad’ de un gobierno de excepción democrática. Esto es, una dictadura de seguridad nacional por falta de condiciones para la celebración de elecciones legítimas. Más que el crimen organizado, es un discurso presidencial el que pone en riesgo la vida democrática del país. No se puede besar a las instituciones y sugerir que habrá que esperar a ver los efectos que tiene el crimen sobre estas. Es cierto, estas son conjeturas pero la retórica presidencial es clara: pueden existir razones para dudar de la legitimidad de las elecciones en 2012.
Es también notable que el presidente no use la retorica de ganar, a cualquier precio, sobre los intereses del crimen organizado. Para quien se acuerde del terriblemente célebre ‘haiga sido como haiga sido’, debe llamar la atención que el presidente no esté convencido quelas elecciones de 2012 deberán ser legítimas a toda costa y que no comunique esta seguridad a la población. ¿Si el presidente duda sobre la legitimidad de las elecciones en 2012, será posible que el Ejército también dude sobre su posición y beneficios en caso de que las elecciones den por ganador a algún candidato más moderado en temas de seguridad? Esta es una combinación explosiva. ¿Cuál será el plan en caso de que existan claras evidencias (o se construyan) de una influencia profunda del crimen organizado en el proceso electoral?
Es cierto el crimen organizado podría tener la capacidad de influir en las elecciones del año próximo. Sin embargo, no es el crimen organizado quien tiene la tarea, el deber, de fortalecer las instituciones y proteger a la ciudadanía. Un presidente que abdica la defensa, sin miramientos, de las instituciones democráticas, aunque sea en la retórica, es el mayor riesgo para la legitimidad del proceso electoral. Un presidente electo democráticamente, que tomó posesión en un clima de suma debilidad de las instituciones electorales, debería tener muy claro que este es el camino hacia la inestabilidad. A menos que tenga un plan claramente delineado de cómo va a salvar al país—y que la lógica de su discurso deja ver que esa solución podría ser poco democrática. Ese es el peor escenario, uno en el que los temas de derechos humanos, debido proceso y estado de derecho ya no tendrían ningún sentido retórico ni práctico, todos estaríamos a merced de lo que la política de excepción requiera para salvar al país.

viernes, 20 de mayo de 2011

Obama: una política exterior que no toma partido

Hasta hace unos meses la política exterior de la administración Obama había logrado mantener las expectativas de aliados y enemigos atadas al status quo ex ante. La esperanza infundada con la que se le concedió el premio Nobel de la Paz, se había reducido a una maniobra política para explotar las supuestas intenciones pacifistas del primer presidente, miembro de una minoría y demócrata, en los Estados Unidos. La política exterior de Obama en los últimos tres años ha dejado ver a un presidente incapaz de generar soluciones creativas para utilizar el poder del que disponen los Estados Unidos para manejar los conflictos internacionales. Las revueltas en medio oriente, el asesinato de Osama Bin Laden y el reciente desencuentro con Israel muestran un Estados Unidos (Obama) incapaz de distanciarse de del business as usual de la política exterior norteamericana.

Las revueltas en medio oriente, para empezar, ponen en entre dicho la convicción por extender la democracia y los valores liberales universales que habían caracterizado los discursos sobre política exterior en los Estados Unidos desde sus primeras aventuras en política mundial. Obama, pretende minimizar las percepciones de imperialismo e imposición democrática y jugar una carta suave en los conflictos de medio oriente, amen también de la tan indeseable inestabilidad petrolera que provocaría alentarlos abiertamente.

Sin embargo, no tiene empacho en lanzar una operación encubierta, seguirla en tiempo real y mostrar, casi en tiempo real el asesinato de un prófugo de la justicia a costillas de la soberanía de Pakistan. Inmediatamente, sugiere a Israel que debe hacer más concesiones a las demandas Palestinas. Parece que el presidente no está con nadie: asesinar a Obama y violentar la soberanía de Pakistan es estar en contra de sus aliados y a favor de la reelección de Obama, además muestra estar en contra, en alguna medida, de algunos sectores radicales del mundo islámico.

Hasta ahí todo bien, pero cuando los moderados, más liberales pueblos de la región se vuelcan a derrocar a sus líderes, los Estados Unidos montan una operación encubierta y poco decidida por apoyar cualquiera que sea el desenlace mientras se garantice una transición pacífica. Esto implica que habían decidido defender a los déspotas y radicales en la medida en que pudieran, efectivamente, reprimir a su población. Una vez que no pudieron hacerlo (Egipto) asistieron para lograr una transición pacífica. Libia por el contrario es el ejemplo donde el juicio de los Estados Unidos erró: mientras las revueltas no fueron considerables, no se habló de la dimisión de Kadafi y la OTAN fue lenta y poco precisa en decidir los objetivos que tenía en Libia. Fue hasta hace unas semanas que la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, aseguró que una condición para la paz en Libia era que Kadafi abandonara el poder. Otra vez, no quieren parecer intervencionistas y cuando intervienen, el caldo ya está muy meneado y ensangrentado.

Obama no es tonto, sólo un muy mal malabarista que quiere hablarle a todos los públicos internos en los Estados Unidos a la luz de las próximas elecciones. Siempre habrá un sector pro palestino entre la opinión pública americana que estará conectado con la postura demócrata y pacifista de Obama. Así también siempre habrán nacionalistas moderados y radicales que celebren la muerte de Bin Laden, y por último habrá muy pocos gringos conscientes a los que les importe que pasa o deja de pasar en medio oriente mientras no les tiren otra torre o suba el precio del petróleo, así que los Sirios, los Yemenies y el resto de los árabes pro apertura pueden rascarse con sus propias uñas, siempre y cuando sus gobernantes puedan darles suficiente palo y no pase lo que en libia. Y así, mientras Obama intenta ganar elecciones con tiros a todo el espectro de la opinión pública, su política exterior deja insatisfechos a sus aliados tradicionales (Israel), a los radicales islamistas (Hamas, et.,al) y a sus nuevos 'aliados' en la lucha contra el terrorismo internacional (Pakistan y cualquier otro que hubiera creído que ayudarle a los Estados Unidos era alguna suerte de garantía contra intervención o el ataque).

viernes, 21 de enero de 2011

Calderón y la Percepción de la Realidad: Constructivista o Sonso?

Reporta el periódico la Jornada que el presidente Felipe Calderón ser reunió con miembros de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) en el marco de su reunión anual. Ahí el presidente aseguró que existe un serio problema de percepción entre la población Mexicana que no alcanza que el país 'realmente' no está tan mal. Sin embargo, dijo, a pesar de que estas opiniones son sólo eso, opiniones sin ningún sustento con la 'realidad', éstas no dejan de afectar la confianza de los consumidores y ponen en riesgo en la REALIDAD las posibilidades de una mejor condición de vida para la población.

¿Qué quiso decir el Presidente? ¿Será que desde su perspectiva la REALIDAD, es un dominio al que sólo él y su gabinete tienen acceso? ¿Qué el pueblo, la opinión pública, no está calificada para evaluar la REALIDAD? Suena extraño, que a alguien que está seguro que la realidad del país es mejor de lo que la percibe la gente le preocupe tanto lo que piensa un cúmulo de mexicanos encuestados, cuando sabe con toda seguridad que éstos están totalmente equivocados. Pero, espere un momento, ¿por qué le preocupa la percepción de la opinión pública al presidente? ¡Ah¡ pero si no hay que meterse en tantas complicaciones, es esa misma opinión pública la que tendrá efectos muy, pero muy, reales para él y su partido en los próximos los 16 meses por venir.

Ahí está la REALIDAD de Calderón, en el proceso electoral. No hay que ser gurús de la política para entender por qué al presidente le urge que los mexicanos hablen bien de México, eso sería también hablar bien de él y de su partido. Sin embargo, la realidad (en minúsculas) de la opinión pública parece no darle tregua a un gobierno que en aras de la realidad intentó una guerra, inventó unos narcos, inventó una estrategia e inventó los daños colaterales—el problema es que detrás de estas invenciones que nada tienen que ver con la realidad vienen balas de plomo muy reales que terminan con vidas de civiles muy reales que se esforzaban por vivir una realidad muy dura, vendiendo tortillas, trabajando, para poder comer comida de verdad y no las letanías de del presidente.

Sí, en México hay dos realidades señor Calderón, la que usted de muy buena gana nos vendería…claro está…si pudiera, y la que nos toca vivir a todos; la de la tristeza por los inocentes muertos, las madres abandonadas, los migrantes asesinados y dos trabajos que hacen del involucrarse en política un ejercicio de frustración frente a un monitor de computadora. De verdad que tiene suerte el presidente que los mexicanos tengamos que trabajar tanto para, como dirían los americanos, make ends meet, porque si no, tendríamos tiempo para enseñarle como las ideas, el hambre, la explotación y la indignación se vuelcan a las calles romper a pedazos la realidad REALIDAD de la que usted se cree dueño. Los delirios son suyos señor Calderón, no de los que necesitan paz, comida, justicia para sus muertos y oportunidades para sus hijos. Pero ya sabemos que usted nos habla desde otra realidad LA REALIDAD ELECTORAL DE CALDERÓN, si hablásemos bien de México tendríamos que hablar bien de usted y su partido, de usted y de su guerra, de usted y su gabinete.

Creo que por fin entendí: usted no quiere que hablemos bien de México, quiere que hablemos bien de usted. Pero sabe qué: en las opiniones de las que tanto reniega se esconde una pequeña distinción sobre la realidad, todos sabemos que usted no es México y que podemos hablar mal de su política sin hablar mal de nuestros hijos, vecinos, hermanos y muertos…sin hablar mal de México.

martes, 4 de enero de 2011

Migrantes y Derechos Humanos: la paradoja de la vulnerabilidad.

El año pasado México vivió una de las más amargas experiencias migratorias en su historia. Para un país que ha hecho de su política de asilo y protección de extranjeros una de sus banderas de política exterior y carta de presentación en el mundo, el asesinato masivo de migrantes en la región norte del país fue como un balde de agua fría que refleja y muestra realidades otrora ocultas al ojo público.
Se ha dicho que el secuestro masivo de migrantes es un efecto de la diversificación de los ‘negocios’ del crimen organizado y se ha intensificado a últimas fechas. Sin embargo el tráfico de personas no es de ninguna manera un negocio nuevo y, sería ingenuo pensar que las matanzas y abusos lo sean también. Existe una paradoja fundamental en la manera en la que el Estado Mexicano—y otros estados—enfrentan la obligación de proteger los derechos fundamentales de los migrantes irregulares en su tránsito a través del territorio bajo su jurisdicción.
Sin embargo, cabe abordar el tema desde otra perspectiva además de la indignación que estos hechos provocan. ¿Quién viola derechos humanos? ¿Son realmente los derechos humanos y fundamentales de los migrantes los que están siendo atropellados con estas masacres? Además de las voces que demandan justicia y respuesta del gobierno a lo que es a todas luces un ato atroz, se debe ser muy cuidadoso cuando esta indignación y demanda de justicia se vuelca sobre el discurso de derechos humanos y termina, en el mejor de los casos, haciendo de el término un slogan todo poderoso para cualquier causa social.
Los gobiernos, el gobierno Mexicano, es el responsable de velar y garantizar los derechos fundamentales de sus ciudadanos y derechos básicos reconocidos en el derecho internacional y nacional hacia extranjeros, regulares o irregulares. Es de tal suerte que, sólo los gobiernos, el estado Mexicano puede actuar de tal manera que estos derechos puedan ser violentados. Es decir, sólo un agente, agencia o persona actuando en nombre del estado puede infringir los derechos humanos de cualquier individuo. Los asesinos, secuestradores y ladrones atentan contra la propiedad y vida de las personas pero no sus derechos humanos; violentan la ley, pero como no son los encargados de velar por los derechos fundamentales de las personas, no pueden incumplir la prerrogativa de dejar hacer o permitir hacer nada a nadie. Estos criminales son sólo eso, sin importar la calidad de sus crímenes; que pueden atacar las nociones más fundamentales de humanidad.
Así es que podríamos decir, a ciencia cierta, que si bien el asesinato de migrantes en México es producto de la incapacidad del gobierno para atacar al crimen organizado, el gobierno Mexicano, en estos casos, no ha violado ni atacado los derechos fundamentales de ningún migrante. Y aclaro, sólo en este caso. ¿Pero, qué hay que hacer? Aquí nace una contradicción fundamental y my práctica en el terreno de la política migratoria que tiene que ver con los controles migratorios entre los estados. Idealmente, se podría pedir libre tránsito y sin restricciones para todos los ciudadanos del mundo, incluidos todos los migrantes irregulares que decidan ingresar a México. En la práctica sin embargo, estas decisiones acarrean consecuencias económicas, políticas y sociales que imprevisibles en el largo plazo y con fuertes efectos anti-populares en el corto plazo, especialmente en momentos de crisis económica y altos niveles de desempleo. Además, de tener el efecto de política exterior, negativo para México, de hacerle ver a los Estados Unidos que México no comparte sus preocupaciones de seguridad nacional en materia de migración. México tiene un interés doméstico y bilateral pro restringir el flujo de migrantes, especialmente irregulares en el territorio nacional.
¿Cómo proteger a los migrantes y restringir su entrada al mismo tiempo? La segunda parte es simple a primera vista, mantener altas las barreras de entrada. Sin embargo, hay preguntas subyacentes cómo: ¿qué hacer con aquellos migrantes en el territorio nacional que se han adentrado de forma irregular y requieren de sigilo, escondite y secrecía para lograr sus objetivos? Cómo puede el gobierno proteger a aquellos que se esconden. Es como tratar con una organización masiva que busca esconderse y prefiere arriesgarse a encontrar un grupo de polleros, zetas o paisanos que los pasen al otro lado que a las autoridad migratorias mexicanas, aunque en algunos casos haya poca diferencia y sean extorsionados y maltratados por estas mismas—lo que en algunos casos podría llamarse una violación de derechos fundamentales.
¿Cómo proteger a los que prefieren no ser protegidos? Un salvavidas protege pero no puede evitar a toda costa que la gente nade, sería negligente si no advierte y atiende a todos los que puedan o estén en peligro inminente y para eso construye su torre. Sin embargo, aquellos que deciden nadar fuera de su vista—esconderse—pueden ser advertidos por un letrero y aún así necesitarán probar su suerte, suerte de la que el salvavidas no puede ni debe ser responsable. Hay límites a la responsabilidad del gobierno, no todo asesinato es un asunto de derechos humanos, puede ser cruel e in humano y requerir el uso oportuno del la fuerza y autoridad pública para sancionar a los responsables. Recordemos que la ley, en un estado democrático y de libertades está condenada a actuar después del hecho. Habrá que revisar, sin embargo que la política de prevención e información de los peligros para los migrantes en México sea todo lo efectiva que puede ser.